La micropigmentación es una técnica estética que se ha vuelto cada vez más popular en los últimos años. Consiste en la aplicación de pigmentos a nivel dérmico para corregir o mejorar la apariencia de ciertas zonas del cuerpo, como cejas, labios, párpados o incluso el cuero cabelludo. Aunque actualmente se utiliza ampliamente en la industria de la belleza, el origen de la micropigmentación se remonta a las civilizaciones antiguas.
Las pruebas históricas sugieren que la micropigmentación se ha practicado durante miles de años en diversas culturas de todo el mundo. Por ejemplo, los antiguos egipcios utilizaban una forma de micropigmentación para realzar sus rasgos faciales y simbolizar su estatus social. Utilizaban pigmentos naturales para crear intrincados diseños.
En Asia, la micropigmentación también se utilizaba antiguamente como forma de arte corporal. En Japón, por ejemplo, la práctica del tatuaje conocida como Irezumi se remonta al periodo Jomon (alrededor del 10.000 a.C.). Esta técnica consistía en utilizar pigmentos naturales para crear intrincados diseños en la piel.
Del mismo modo, en la India, la henna se ha utilizado durante siglos como forma de micropigmentación temporal con fines artísticos y ceremoniales. La pasta de henna, elaborada con las hojas de la planta de henna, se aplica sobre la piel en intrincados diseños que la tiñen temporalmente.
En la historia más reciente, la micropigmentación se ha utilizado en entornos médicos para ayudar a pacientes con afecciones como vitíligo o cicatrices. En la década de 1970, la microp comenzó a utilizarse como técnica de maquillaje permanente, con el desarrollo de técnicas modernas y pigmentos específicamente diseñados para fines cosméticos.
Hoy en día, la micropigmentación se utiliza ampliamente en la industria de la belleza para diversos fines, como realzar rasgos faciales, camuflar cicatrices o calvicie e incluso crear areolas de aspecto realista tras una cirugía de reconstrucción mamaria.